La envidia, base del pensamiento socialista, mis comentarios
Esta interesante nota fue compartida por Pedro Caringella, con un grupo de personas entre quienes me cuento, de inmediato me sonó lógico y razonable, pero no atine a dar comentarios instantáneos ya que era ideal para enmarcarla en el escenario de la campaña contra la actual propuesta de reforma constitucional, ya que la supuesta enmienda se transformo en eso, una nueva reforma.
Por demás sabido ya pasadas veces le hemos ganado, no precisamente por la brillantez de nuestra estrategia política sino por la presión que se ejerce desde la sociedad civil, los estudiantes y las ONG gústenos o no por la acción de SUMATE y QUEREMOS ELEGIR han marcado la pauta para la acción de los testigos, a diferencia de las elecciones anteriores ahora si tenemos actas para demostrar que hemos ganado, sin embargo, aún no podemos poner las manos en fuego por el REP y para colmo muchos de nuestros aliados no lavan ni prestan la batea, es público y notorio los berrinches que representantes de importantes organizaciones político-partidistas de corte social-demócrata hacen para sacudirse la responsabilidad de velar por la integridad del REP.
Me llama poderosamente la atención la secuencia en la cual parecen los pronunciamientos para atacar la intención de reforma, ya que en el fondo parece ser algunos de nuestros representantes quisieran poder postularse per secula seculorum, el mejor ejemplo fue la acogida al articulo 10 del reglamento de postulaciones de las elecciones pasadas, eso no era sino una concha de mango, casi nos llevan al barranco con la aplicación de eso, pero mas pudo la voluntad de la pugna interna oficialista que la intención democrática de nuestra gente, eso pasa porque que para una parte de ellos nuestras organizaciones político-partidistas no son entes para servir a la comunidad, sino franquicias que controlan tal cual se hace con una empresa o contratistas y terminan en virtual divorcio entre la base y la dirigencia.
En el fondo en lo que debemos esta claros es que esto no solo es la violación de la constitución, sino una clara violación de nuestro “derecho a elegir o ser elegidos”, debemos retomar aquello que creamos en Cabimas hace 6 años, es decir la unidad, la situación demanda volver al esquema original y deshacer esa prostituida figura que hace un par de años había reemplazado el esquema inicial y en buena parte nos llevo al colapso en las pasadas elecciones, se debe devolver las organizaciones político-partidistas al servicio de la comunidad.
De otra forma no hacemos sino retroceder o peor aún seguiremos dejando estas organizaciones al servicio de las prostitutas que se venden según los intereses de turno y no hacen sino entregar la militancia en bandeja de plata al enemigo, mañana no emitamos quejas, el futuro depende de las acciones de hoy.
Ing. Francisco J González R Msc
Pdte (E) COPEI Cabimas
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miércoles 23 de enero de 2008
La envidia, base del pensamiento socialista
Por Pablo Molina
La avalancha de descalificaciones y vituperios que ha recibido Manuel Pizarro por parte de los dirigentes del PSOE desde que aceptó incorporarse a las filas del PP no es sólo la exteriorización de un berrinche colectivo formulado en términos que pretenden desgastar al rival: los socialistas demuestran así que las causas de su nerviosismo agreste tienen un origen mucho más profundo. En realidad, todo responde a la concepción enfermiza de las relaciones humanas típica de la mentalidad izquierdista.
El socialismo desconfía del éxito individual producto del esfuerzo porque una sociedad basada en la jerarquía, el mérito, el riesgo personal y la empresarialidad (que así es como los economistas austríacos llaman a la capacidad de todo ser humano para encontrar la forma de satisfacer necesidades ajenas y obtener un beneficio) jamás sería socialista. Para implantar su modelo de sociedad, la izquierda necesita corromper a quienes tienen éxito fuera del cotarro estatal o, si no se dejan, anularlos civilmente a base de declararlos enemigos de "lo colectivo".
Eso es lo que han hecho con el ex presidente de Endesa, y eso es lo que harán cada vez que un ciudadano demuestre con su ejemplo que sólo lejos de las gabelas estatales es moralmente aceptable prosperar. No se trata tanto de que los líderes del PSOE tengan algo personal contra Pizarro (probablemente también), sino de una cuestión de supervivencia política: con medio millón de Pizarros, el socialismo sería inviable en España.
El socialismo es el gobierno de los mediocres y los resentidos. La mezquindad de los Caldera, Blanco, De la Vega y Zapatero no es por tanto cosa de poca importancia, sino la condición moral inevitable de todo el que quiera medrar con éxito en el cotarro de la izquierda. El hombre que se hace a sí mismo, que lucha por superar las adversidades de la vida sin apelar a una supuesta injusticia social sino empleando a fondo su talento, que hace del esfuerzo y la disciplina los ejes de su conducta, que utiliza su cerebro de forma creativa para buscar oportunidades de negocio y tiene el arrojo de comprometer su patrimonio para llevar a cabo sus ideas, jamás tendrá encaje en una sociedad regida por los cánones ideológicos de la izquierda.
Manuel Pizarro. El socialismo verá siempre a estos individuos como una amenaza por su capacidad de convertirse en modelos para los demás. De ahí que cuando aparece un triunfador que todo lo ha ganado por sí mismo la principal preocupación de los dirigentes de la izquierda sea neutralizarlo civilmente acusándole de los más graves delitos antisociales. En su obcecada empresa, ni siquiera reparan en que su alegato contra ese victorioso representante de la libertad individual revela los vicios sobre los que se sustenta su propia mentalidad.
A Manuel Pizarro le machacan por decir que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos y por haber ganado en su empresa, una de las más importantes de Europa, lo que mil novecientos esclavos de la beneficencia estatal en un año. Sin saberlo, en vez de vilipendiarle lo ensalzan. Con su actitud, los dirigentes socialistas revelan que su proyecto político consiste en incautarse de una cantidad cada vez mayor de la riqueza ajena para subvencionar a los lobbies organizados que les apoyan y a una sociedad conformada por zombis morales que prefieren las migajas que les arroja el Estado antes que tener la posibilidad alcanzar el éxito mediante el talento y el esfuerzo.
El socialismo apela a las pasiones más bajas del ser humano para legitimar su proyecto político. Así ha sido a lo largo de la historia y así continua siendo para los partidos vagamente socialdemócratas. La envidia es la base del igualitarismo pregonado por la izquierda. Si no se ceba a aquélla, éste no arraiga.
A los envidiosos se les ensalza como personas de elevada moralidad que quieren acabar con la desigualdad, que es precisamente lo que nos distingue como seres humanos libres, pues el único modelo social igualitario es el basado en la esclavitud, donde todos los individuos aspiran únicamente a sobrevivir en perfecta situación de igualdad con el prójimo.
En cambio, los que defendemos la libertad del ser humano para labrar nuestro propio futuro somos tachados de peligrosos individualistas e insolidarios. El ideólogo del PSOE encargado de diseñar la asignatura de adoctrinamiento colectivo ha hecho hincapié en alguna entrevista radiofónica en que el individualismo es un peligro para la democracia (la socialdemocracia), con lo que no hace sino expresar la idea ampliamente compartida por sus compañeros de secta, partidarios del igualitarismo impuesto de forma coactiva por el poder políticos.
Sin embargo, la única igualdad exigible es la de todos los ciudadanos ante la ley. Ahora bien, éste es precisamente el único igualitarismo que rechazan los socialistas. Sólo hay que echar un vistazo a su trayectoria reciente para constatarlo. Con el caso GAL, las instituciones del Estado intentaron por todos los medios que no se "estigmatizara" a los políticos implicados, como si éstos no tuvieran que responder de sus delitos igual que cualquier otro ciudadano. La imagen de la entrada en prisión de los condenados por este caso, con los dirigentes del PSOE jugando al corro en abierta rebelión jurídico-política, esmalta suficientemente su rechazo a este principio básico del Estado de Derecho. El asesinato civil y profesional del juez Liaño en el caso Sogecable o los continuos intentos de eliminar la independencia de las instituciones judiciales en la era Zapatero no hacen sino abundar en la evidencia.
Pizarro, que concita el odio más profundo de la casta socialista, ha dicho públicamente, en cambio, que prefiere ser ministro de Justicia antes que de Economía, precisamente porque estima prioritario garantizar la seguridad jurídica de todos los ciudadanos. También en este aspecto sale a relucir la calidad moral de unos y otros.
El enfermizo modelo social que promueve la izquierda penaliza la creatividad del individuo dispuesto a correr riesgos con la esperanza de obtener un beneficio. El triunfador es vituperado, y a los que crean riqueza a fuerza de talento y esfuerzo se les acusa de explotar a los demás. De esta forma, cada vez menos se decidirán a emprender nuevos negocios, que a todos pueden beneficiar. En cambio, aumentará el número de los que buscan enriquecerse al amparo del poder político de turno, utilizando las influencias y el soborno en lugar del ejercicio de la empresarialidad en un entorno de libre competencia, y el de aquellos que prefieren ser corrompidos por el Estado del Bienestar y culpar a los demás de desgracias de las que sólo ellos son responsables.
Lo que se dirime en las próximas elecciones del 9 de marzo no es sólo quién ostentará poder, sino una cuestión más profunda, que atañe al futuro que queremos para nuestro país. A un lado está el modelo Pizarro; al otro, el modelo Pepiño. Ustedes deciden.
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